En la música electrónica, la estructura, como no podría ser de otra manera, es parte fundamental de la tarea compositiva. Como idea general podemos pensar que estructurar no es otra cosa que organizar los momentos de mayor previsibilidad y repetición y los momentos de mayor imprevisibilidad y tensión para crear una idea coherente donde a lo largo de la canción podemos o no encontrar un climax.
Hay estilos electrónicos con una fuerte dependencia estructural, como el EDM con su juego de build ups, drops y breakdonws pero hay otros estilos mucho más ilbres, como el IDM o el techno más vanguardista donde la estructura es mucho más libre e improvisatoria. En este último caso, que particularmente me atrae mucho, suele tratarse de temas relativamente extensos, pensados para el baile, normalmente improvisando durante la grabación con parámetros de sintetizadores y cajas de ritmo que añaden o quitan tensión en estructuras altamente hipnóticas. Muy similar a lo que ocurre en músicas ceremoniosas que buscan el trance o la curación espiritual de la comunidad en las culturas africanas, americanas o asiáticas, donde los elementos rítmicos y la repetición toman la voz cantante frente a ideas musicales más concretas y contrastantes como en el caso del rock o del pop.
En la composición de música electrónica es muy común trabajar con loops de 4 u 8 compases. ¿A qué productor no le ha pasado tener un loop de 8 compases con el que está relativamente satisfecho y sin embargo no es capaz de crear una canción completa por un estancamiento creativo? Estos proyectos que antes o después suele terminar olvidados en una carpeta o incluso en la papelera de nuestro ordenador pueden ser convertidos en canciones. Es precisamente ahí donde un conocimiento profundo de diferentes maneras de estructurar una idea nos va a ayudar a salir del bucle. Obviamente no se entiende una canción sin su estructura pero esta está estrechamente ligada, como deciamos anteriormente a la armonía, a las ideas melódicas pero también a la instrumentación, timbres, textura, arreglos finales, género, letra o ausencia de la misma… Al final una composición musical es la suma de elementos sonoros organizados desde lo más esencial (una mera nota musical) hasta el desarrollo de una idea global convertida en canción.