Cultura e Historia de la Música Electrónica

Expresión corporal de la música, el baile es tan antiguo como aquella, y un poderoso aliado a la hora de favorecer las relaciones humanas. A lo largo del siglo XX han aparecido muchos movimientos que utilizaban el baile como un elemento liberador, un vínculo que permitía crear comunidades al margen de las convenciones sociales, y cuya mayor expresión es la música disco. Surgida en el Nueva York de los años setenta, a partir de la transformación de géneros de música negra, como el soul y el funk, en productos pensados exclusivamente para la pista de baile, la música disco produjo nuevos géneros musicales, pero también la formulación de la cultura de club en un formato muy parecido al que se conoce hoy en día.

Aparecido en Jamaica, a partir de la experimentación con discos de reggae por parte de productores locales, el dub es el primer género que utiliza el concepto de remezcla y el uso extensivo de efectos electrónicos para crear nuevas piezas de música, que más tarde serían consumidas en los populares sound systems de la isla, que funcionaban como auténticas discotecas móviles. Ramificado en cientos de derivaciones y subgéneros, su influencia es todavía mayúscula en la música actual.

Durante la década de los ochenta, con la popularización y el abaratamiento de sintetizadores y cajas de ritmos, muchos artistas comenzaron a explorar las posibilidades que ofrecía esa tecnología, de cara a cambiar las estructuras y los sonidos en el pop y en el rock más experimentales.

El uso imaginativo de cajas de ritmo, samplers y platos de vinilo por parte de pandillas y sound systems en los barrios negros de las grandes ciudades estadounidenses, permitió definir una completa cultura musical, que ha terminado por modificar las estructuras sociales y los estándares dentro de la industria del pop.

Surgido en los clubes gays de Chicago, como una variante más dura y hedonista de la música disco, el house ha terminado por convertirse en la música de club más popular en todo el planeta. Un estilo en el que conviven estrellas mediáticas, conocidas a nivel mundial, con artistas sumergidos en el underground.

Configurado en el Detroit de los ochenta, a partir de las películas y cómics de ciencia ficción, el pop electrónico que venía de Europa, la rica herencia musical de la ciudad (que incluye funk y jazz de naturaleza cósmica, pero también punk rabioso) y los ecos del house que retumbaban desde Chicago, el techno se erigió como la rama de investigación y ciencia dentro del mundo de la cultura de club. Una música que puede ser cruda y muscular, pero también cerebral y profundamente intelectual, y que ha explotado en decenas de estilos y subgéneros.

La popularización de géneros como el house y el techno, y la aparición de nuevas drogas sintéticas, provocó una gran explosión alrededor de la música electrónica, cuyo epicentro estaba situado en Inglaterra. Configuradas en principio como fiestas ilegales, en las que reinaba un espíritu de comunidad y solidaridad, suponen el germen de los grandes eventos y los macroclubes que pueblan la cultura de club en la actualidad, siendo su máximo exponente el circuito de la EDM en Estados Unidos.

No todo es baile en la música electrónica; también hay géneros que utilizan los mismos recursos y herramientas para producir música altamente experimental, en la que mandan la abstracción y los sonidos extremos, y los lugares comunes se ponen en duda.

Aunque la música electrónica es un fenómeno eminentemente occidental, siempre han existido puntos de contacto entre muchos de sus géneros y las músicas que se producían en otras partes del mundo. Esto ha dado lugar a muchos expolios culturales: productores que sampleaban a músicos del tercer mundo para añadir un acento exótico a sus producciones, pero también a mezclas que expandían las posibilidades de los distintos géneros implicados. El desarrollo de internet, las posibilidades que brindan los ordenadores portátiles y la liberación que han traído fenómenos como la Primavera Árabe han provocado una explosión de creatividad en países de África, Latinoamérica y Asia, que está abriendo todo tipo de posibilidades inexploradas.